La búsqueda de la caricia emocional en el trabajo
A raíz de 👉este👈 artículo, me preguntó una suscriptora:
— Si tiene tan poco sentido, ¿por qué sigo esperando tantas cosas del trabajo?
El tema tiene que ver con el tipo de “caricias emocionales” que te dieron de peque y la interpretación que les diste.
Te voy a explicar, pero antes un inciso:
· Una caricia emocional es la unidad mínima de reconocimiento humano, gestos de amor, afecto y/o comprensión.
· Puedes hacerla de piel, recitada, dar o hacer algo por alguien.
· Una caricia positiva provoca sensaciones y emociones agradables. Y una negativa provoca,… lo adivinaste …de mierda.
Te cuento: por las del tipo positivo que te dieron en la infancia (las chulas), persigues eso mismo en el curro:
Lo bien hecho que quedaba algo.
Lo mucho que ayudabas.
Lo que destacabas del resto.
Lo diferente que hacías las cosas.
Lo bien preparadita que estabas.
Lo fiable que eras en tu ejecución.
Lo divertido que lo hacías.
Lo rotundo de tu resultado.
Lo armonioso de tu ejecución.
Y luego está el miedo, a no recibir caricias (en la infancia eso es como no existir), o a que te den de las malas (una apuñalá).
Por tener algo imperfecto/impuro.
Por ser prescindible.
Por no tener valía.
Por no ser única/especial.
Por ser un problema/carga para el otro.
Por ser inadecuada.
Por tener las emociones que no tocan.
Por no ser fuerte.
Por entrar en conflicto.
Te guías hacia el chute de energía de lo que te sienta guay, y aún con más power, pero en dirección contraria, para huir de lo que te sienta chungueras.
Yonki desde ese peque, a ese péndulo de atracción o repulsión hacia la caricia adecuada.
Creando una identidad del tipo:
Perfeccionista.
Ayudadora.
Exitosa.
Auténtica/Diferente.
Experta y desapegada.
Fiable.
Divertida.
Poderosa.
Buenrollista.
Esto lo hacemos en todas las áreas de nuestra vida, pero es en el trabajo:
· dónde más horas pasas consciente,
· con posibles pérdidas económicas y
· con una intimidad limitada…
por lo que te pones la máscara.
La máscara externa de tu identidad, formada de las cosas que te han premiado.
Y su reverso tenebroso, que ocultarás a toda costa, no sea que te lluevan collejas.
¿No será que te estás sobreimplicando?
Pero pasa el tiempo, y como a mi suscriptora, se te cansa el brazo de sujetar el personaje.
Ya no quieres perseguir reconocimiento, por lo que crees que quieren y ocultar tus mierdas (que las tenemos todos).
Llega el momento de ser más tú, la persona que ven en la intimidad, sin máscara.
De dejar de estar ñiqui-ñiqui con la tensión y el desgastarte.
Si quieres que te acompañe a lograrlo, 1º te suscribes en el cajetín de abajo (por política de privacidad y hacer filtro), y 2º me contestas a cualquier email que te mande.
Un abrazo,
Manu
PD 1: A ver, ¿qué tipo de máscara crees que llevas?
¿Qué precio te está costado?
PD 2: ¿Te has fijado que cuando hago listados del 1 al 9 hablo de eneagrama?
Sí, de eso que te regalo una al entrar en mi lista de emails (de nuevo, hay un cajetín debajo).
PD 3: Es guay que seas más tú, ¿quieres saber cuál es tu medida adecuada?
La que ni te expone, ni daña a otros.
PD 4: Para más de sobre-implicación, pincha aquí.
PD 5: Esto se lo mando a mis suscriptores.
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